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26 de Mayo 2004

NOVELA

2.- MERECIDO DESCANSO (PART TWO)

Paloma empezó a mirarle, pantalones de pinzas oscuros, camisa
blanca, chaqueta oscura a rayas y zapatos negros. Tenía la nariz pequeña
pero encorvada hacia abajo, miró su copa. No tenía ningún anillo en la
mano y lucia un bonito reloj de cadena plateada y esfera azul.
Paloma no se hizo ilusiones con respecto a lo del anillo, muchos otros
chicos se los quitaban para salir de fiesta, pero se le acercó.
- Hola ¿buscas a alguien? – le preguntó Paloma a la oreja.
- No. Tu ya no no bailas – le respondió el desconocido mirándola
a los ojos.
- Así que sabes quién soy– se recompuso de la sorpresa inicial y
bebió un trago de su martini.
- Me ha gustado el espectáculo, pero no te conozco – respondió al
fin, después de una pausa.
- Me llamo Paloma, te invito a una copa pero salgamos fuera que
aquí, hay mucho ruido – dijo ella con gesto, señalando su vaso

Acto seguido Manuel siguió a Paloma a lo largo de la sala, se
movia con soltura esquivando a la gente. Manuel avistó una pequeña
sala, mirando por encima del hombro de Paloma, predecida por una cita
roja. Los dos agentes de seguridad a los lados de la puerta indicaban
que era una sala VIP. La cinta se abrió al realizar Paloma un leve gesto
con la mano, pasaron al interior, los vigilantes dirigieron una mirada
severa a Manuel. Éste la ignoró y les dedicó una sonrisa socarrona.


Ya dentro de la sala Paloma y Manuel se sentaron en una sofá de cuero negro de dos plazas. Dejaron sus respectivas bebidas en una pequeña mesa que había delante del sofá.
-La verdad es que hoy he tenido un día muy largo, me gustaría irme a casa a descansar – le dijo Manuel una vez se acomodaron en el sofá.
-También estoy un poco cansada pero, aún nos podríamos tomar una copa, ¿te parece? – le preguntó Paloma como sin darle importancia.
-Me parece bien ¿qué sugieres? – a Manuel le encantaba poner a prueba a la gente y ver la cara que ponían.
-Podríamos ir a tu casa y allí decidimos. Después de toda la noche en la discoteca, vale la pena un poco de tranquilidad – respondió Paloma sin dejar de mirarle a los ojos.
-Mi casa no está muy lejos de aquí, ¿tienes coche? – sin rehusar la mirada de Paloma, cogió su vaso y bebió un largo trago.
-Lo tengo en el parking – apuró el martini pausadamente y salió de la sala con un caminar tranquilo.

Manuel le siguió a través de la discoteca, salieron por la puerta trasera de emergencias. El callejón estaba oscuro, unas luces intermitentes se accionaron no muy lejos y un agudo sonido se escuchó. Llegaron delante del coche gris, Paloma entró en el coche, dejó su bolso en el asiento trasero. Manuel se sentó en el asiento del copiloto y se puso el cinturón. Paloma salió del callejón, esquivando con habilidad a algún gato callejero con tendencias suicidas, se paró en el primer semáforo. Manuel le dio unas indicaciones y Paloma condujo con seguridad por las oscuras calles.

Manuel accionó un mando a distancia y la puerta de un parking se abrió bajo un edificio. Paloma entró en el parking y busco una plaza libre. Descendieron dos pisos y finalmente encontró una. Bajaron del coche, las luces volvieron a parpadear mientras caminaban hacia el ascensor. Mientras lo esperaban volvieron a escuchar el sonido agudo de la alarma, que resonó en el parking, Paloma guardó las llaves del coche en el bolso.
Las puertas del ascensor se abrieron, Manuel con un gesto de caballero dejó pasar a Paloma, introdujo una llave y accionó el botón del ascensor que ponía ático. Instantes después las puertas del ascensor se abrieron de nuevo, aparecieron en un pasillo blanco débilmente iluminado. Manuel se dirigió hacia la única puerta que había en la planta, al final del pasillo. Se abrió la puerta y las luces en el interior se encendieron automáticamente.

Era un piso con altos techos y reformado, observó Paloma. Parecía como si se hubiera cambiado la distribución del mismo para aprovechar mejor los espacios. El pasillo era estrecho y corto, daba a un gran comedor con un gran ventanal que ahora tenía las cortinas hechadas.
-Ponte cómoda Paloma, voy a cambiarme – le dijo Manuel señalando al gran sofá color blanco.
Paloma asintió mientras se quitaba el abrigo y ponia el bolso en una silla que había cerca de una mesa. Se sentó en medio del sofá, se quitó los zapatos de tacón que la estaban matando y se estiró. En ese momento entró Manuel con la camisa por fuera de los pantalones, caminando encima de la gran alfombra del comedor, descalzo y con un mando en la mano. A continuación se empezó a escuchar un ténue hilo musical, Manuel dejó el mando encima de la mesa y se dirigió al armario.
-¿Que te apetece Paloma? – le preguntó mientras abría el minibar.
-Un martini me iría perfecto ahora, gracias – le respondió mientras se incorporaba en el sofá.
Manuel preparó el martini de Paloma añadiendo los componentes en la coctelera, que agitó con un estilo propio de un camamero, se sirvió un whisky y se fue hacia el sofá.
-Tienes un piso muy bonito, debes tener una gran vista por ahí – dijo señalando a las cortinas.
-Una noche de luna llena como esta, tengo una vista estupenda. Por ahora prefiero mirar aquí dentro – dijo alargandole la copa a Paloma.
-Vas hacer que me ruborice, además todavía eres un desconocido. ¿Cuál es tu nombre? – le miró y probó el martini.
-Me llamo Manuel, ahora ya no somos tan desconocidos – le dijo a la vez que le guiñaba un ojo.
-Así que te gusta como bailo, ¿quieres que baile para ti esta noche? – se sorprendió Paloma cuando esas palabras salieron de su propia boca. Lo estaba diciendo en voz alta o solo lo pensaba. La cara que puso Manuel le indicaba que lo había dicho.
- Me encantaría de verdad, estás en tu casa – sonreia mientras arqueaba las cejas.

Paloma se levanto del sofá, le miró y subió a la pequeña mesa del comedor, como si estuviera en la discoteca. La música ambiental no era de su estilo, pero se olvidó de ella, se concentró en Manuel. Empezó a escuchar su propia música en la cabeza y comenzó a moverse. Al principio con movimientos sencillos y lentos, como si estuviera a cámara lenta. Luego empezó a bailar con movimientos elásticos y sensuales, tocándose con las manos. Paloma no dejaba de mirar a Manuel que seguía en el sofá, bebiendo de su whisky de vez en cuando. Se bajó de la mesa bailando mientras se quitaba los tirantes, el vestido cayó al suelo deslizándose por sus caderas. Manuel se levantó, empezó a bailar con ella y la temperatura subió. Paloma que estaba casi desnuda, solo le quedaba el tanga negro, empezó a quitarle la camisa a Manuel. Se pusieron a bailar con las piernas entrelazadas, con movimientos casi sexuales, con una música imaginaria, diferente a la que estaba sonando en el comedor.

Empezaron a besarse, Paloma le estaba desabrochando el pantalón cuando Manuel la cogió en brazos y se la llevó a la cama. Allí hicieron el amor apasionadamente durante repetidas ocasiones, hasta que finalmente acabaron exhaustos en la cama uno al lado del otro. Abrazados se durmieron, aquella noche había sido muy larga.

Paloma se despertó. Se incorporó levemente y se recostó sobre la almohada. Allí estaba Manuel plácidamente dormido. Se quedó mirando al techo unos instantes, después volvió en si y abandonó la habitación congiendo sus cosas.

Posted by Sainthropee at 26 de Mayo 2004 a las 11:46 PM
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