5. TRABAJO DURO
Estar en la suite principal del mejor hotel de Miami, no debería considerarse trabajo, pero Luis siempre estaba trabajando. Esta vez le tocaba gestionar los beneficios que reportaban los casinos de la zona. Le gustaba reconocer que su trabajo era una manera de remodelar la sociedad, si matas a alguien, la sociedad responde poniendo alguien en su lugar, que casualmente es el candidato que el Jefe espera.
Obviamente el sucesor sabía donde se metía y cual era el resultado de la mala gestión. Nadie quiere perder su puesto... para siempre.
Luis recogió todos sus trastos, el ordenador portátil, las fotos del objetivo, los documentos de la misión y la acreditación de seguridad. En su maletín de seguridad plateado llevaba casi todo, la pistola le gustaba llevarla encima. El dramatismo que le daba a sus actuaciones, le valía para ser conocido como el asesino más camaleónico de Europa.
Hombre de negocios, personal de seguridad de la victima, camarero, músico, etc. Cualquier cosa valía para estar cerca de la víctima, cuanto más cerca, más disfrutaba.
Salió del hotel, se puso las gafas de sol, llevaba la acreditación colgada del cuello y paró un taxi. Llevaba puesto un traje veraniego de color beige y un sombrero de paja que se quitó al entrar. Le entregó un papel al taxista con el destino. Éste entendió que el cliente no quería conversar, subió la panchanga que sonaba en la radio y se dirigió al lugar.
Una o dos manzanas antes del destino, Luis empezó a mirar a los lados. Unidades en las esquinas, calles cortadas, perros rastreando la calle y se oían sirenas de policía a lo lejos.
A una calle del hotel, una unidad de policía cortaba el paso. El taxista preguntó que pasaba y en vista de la negativa, aparcó donde pudo.
-Disculpe señor, no puedo avanzar más, está cortado. Son 550$, please. dijo el taxista mirando por el retrovisor hacia atrás.
-No importa, me bajo aquí. bajó del taxi, cerró la puerta, se acercó al conductor que tenía la ventanilla bajada esperando su dinero Quédese con el cambio, gracias. mientras se alejaba, el taxista no salía del asombro ante el billete de 50$ que tenía entre manos.
Luis esquivaba la multitud como podía, el calor era asfixiante. Pasó por delante del control elevando su acreditación, como agente del FBI. Ya casi tenía la camisa de lino blanca, empapada. Llegó a la puerta del hotel, estaban llegando las celebridades de la convención y era un no parar de limusinas, decidió entrar por la puerta de atrás.
En el callejón estaban apostados los vehículos de operaciones especiales y los dispositivos de control externo del FBI. Se acercó al furgón y golpeó con el puño. Mark abrió la puerta.
-Buenos días señor saludó.
-Chicos, ¿todo en orden? preguntó Luis con suficiencia.
-Ningún problema señor, todo sigue el plan previsto respondió Mark con los auriculares a medio quitar.
-Perfecto, continuad Luis dio media vuelta y se fue hacia la puerta trasera.
El punto de control de la entrada trasera era bastante sencillo, enseñando la acreditación, se entraba. El guardia de la puerta, al ver de quien era la acreditación, le dejó pasar con celeridad. Llegar a jefe de departamento en el FBI no había sido fácil y mucho menos conseguir aquella misión control y seguridad.
Luis ya estaba dentro, después de seis meses de trabajo, llegaba el momento de actuar.