1.- TODO ES COMENZAR
Los rayos del sol entraban por la ventana, estaba amaneciendo.
La noche había sido muy larga, nochevieja tiene esa característica.
Manuel empezaba a despertarse, abrió los ojos, se deslumbró con el
sol que entraba y los volvió a cerrar. Ahora más consciente de la
situación, empezó a dolerle la cabeza. El dolor era punzante y muy
intenso. No hay nada mejor para empezar el año que una buena resaca
el día de año nuevo, se dijo a si mismo. Sus ojos se abrieron poco a
poco, acostumbrándose a la tenue luz de la habitación, iluminada con
los rayos de sol que entraban por los agujeros de las ventanas de
aluminio. Miró al techo con desgana, la lámpara que allí colgaba en el
centro estaba quieta. El resto del techo se movía a voluntad, como el
resto de la habitación.
El despertador digital marcaba las tres de la tarde y treinta minutos.
Las cifras color verde fosforito estaban bailando la conga, era una
buena hora para la siesta. Manuel cogió una almohada y se la puso
en la cabeza. En ese momento se dio cuenta que a su lado no había
nadie. En su mente vagaba el recuerdo de una chica que le acariciaba
en la cama antes de dormirse profundamente. Ahora era incapaz de
pensar que había pasado con aquella chica, sus pensamientos se perdieron
en el sueño profundo.
La sensación de que algo húmedo se rozaba la cara era real, no estaba soñando. Abrió sus párpados cansinos e hinchados y miró hacia arriba. Ya no tenía la almohada en la cabeza, volvió a ver el techo, la lámpara seguía en el centro. Ahora la habitación ya no daba vueltas. Se incorporó levemente, se toco la cara y se limpió las babas que tenía. Una vez descubierto el origen de su despertar, divisó que la almohada yacía en el suelo, a dos metros de la cama. Llevó su mano hacia la mesita de noche, en busca del interruptor de la lámpara. Encendió la luz y se iluminó la estancia. Se mostraba su habitual desorden, con la ropa por el suelo y todo por el medio.
Manuel se levantó de la cama y se dirigió al armario que estaba enfrente de la cama. Abrió la puerta buscando su batín de estar por casa, se lo puso y cerró el armario. Caminaba por la habitación esquivando la ropa y los enseres del suelo. Se abrochó el batín, aún le dolía la cabeza, pero sobretodo estaba destemplado. Tenía los pies helados, caminaba por la moqueta en busca de sus zapatillas. En vista que no las encontraba buscó en su lugar habitual. Para su sorpresa estaban donde siempre, debajo de la cama, pero nunca sabía como llegaban allí. Aunque intentó recordar como habían llegado allí, fue incapaz. Después de la salida nocturna de ayer, sus capacidades estaban muy mermadas. Se sirvió un vaso de whisky del minibar, dejó la botella abierta, no sería el último. Caminaba patosamente por el comedor, esquivando las sillas y la mesita, hasta llegar a la cocina. Cogió un par de cubitos del frigorífico y volvió al comedor.
Levantó la persiana hasta que consiguió divisar la calle por la ventana, estaba todo oscuro. Las luces festivas iluminaban las calles solitarias, era primero de año y mucha gente estaba todavía descansando. Para su asombro, cuando su vista se acostumbró a la oscuridad de la noche, divisó gente paseando por las aceras. Una vez más, su ático le alejaba de la calle, pero sus ojos le relevaron la realidad. Se desperezó estirando los brazos hasta que no podía más y dejó la ventana para ir al sofá. Sentado en el sofá, puso los pies en la banqueta. Bebió un trago de whisky mientras buscaba el mando de la televisión. Como no lo encontraba decidió encender el equipo de música, buscó el compac que quería en el display de la cadena y lo puso en marcha. Una sintonía de jazz envolvía ahora el comedor. A oscuras Manuel miró a su alrededor, volvía a estar solo, tranquilo.
Como cada año, el primer día le gustaba reflexionar sobre el año anterior y sobre las cosas que le habían ocurrido. El resumen era rápido, no ahondaba demasiado en los detalles, pues tenia una vida muy ajetreada. Simplemente recordaba los objetivos que se había propuesto y si los había cumplido satisfactoriamente. Una vez superado ese pequeño examen, se proponía los nuevos objetivos. Como toda persona normal sus objetivos hubieran sido hacer régimen, ir al gimnasio, hacer algo de provecho, continuar con su trabajo y tener buena salud. Pero él no era una persona normal, tenía sus limitaciones y lo sabía. Su salud no era buena, estaba enfermo. Sólo se proponía no empeorar. Por ello tenia que hacer régimen e ir al gimnasio, además su trabajo lo requería. Así como los demás querían continuar su trabajo, a Manuel no le parecía importante mantenerlo, pero si dejarlo dignamente.
Se encontró apurando su vaso de whisky, se sirvió uno más. La bebida no le afectaba mucho, pero si le ayudaba a que su mente este ocupada con sus pensamientos y no con otras cosas. Sus ojos miraban la pantalla de televisión, ahora apagada, reflejaba su cara. Unos rasgos muy comunes, con una barba de tres días y el pelo despeinado. Su nariz no era ni grande ni pequeña pero si tenía una forma especial, como aguileña, con la punta mirando hacia abajo. De cara rechoncha y orejas grandes, sus ojos eran grandes y especiales. Sus ojos veían cosas que los otros no podían ver, tenía los ojos de todos los colores. Sus pupilas cambiaban de color según la ocasión y dependían del estado de ánimo de Manuel. Ahora estaban oscuros, casi negros. Sus pensamientos eran pesimistas, sabía que aquel propósito iba a causarle muchos problemas, pero era año nuevo y ese era su propósito.
Su profesión había terminado, ahora volvería a una vida más normal y menos complicada. Para él, ser asesino había acabado.
A ver, es mi primer intento en la creativa, ahora mismo estoy atascao en el tercer capitulo, el segundo vendrá en breve
Saludos
Posted by: Sainthropee on 1 de Mayo 2004 a las 12:25 AMhey! me as dejado a cuadros!!! me mola este post...con tu permiso (o sin él, jijijijiji) me voy a pasear por tu blog vale??
el mio lo tienes para lo ke kieras mientras no actues como ciertos visitantes me basta...respeto ante todo!!
nos vemos! ;)
Posted by: PeRsEfOnE on 30 de Abril 2004 a las 10:21 AM