ayer viví un espectáculo dantesco
salí a cenar por ahí y luego volví a casa. a la hora de volver fue lo peor.
llegué a la parada y empecé a temerme lo peor. las paradas estaban a reventar y los autobuses no llegaban a sus paradas, ya que montones de gente los paraban antes de la parada par subirse.
estaban a reventar todos los autobuses, el mio no llegaba todavía. la gente se acumulaba a mi alrededor. entre ellas una cara conocida, un viejo amigo del colegio y su novia (digo yo). en ese momento desconecte mi bso de las noches y me puse a hablar con ellos. en el instante que apareció el autobús, una multitud se avalanzó hasta él, todavía muy lejos de la parada. por suerte el chofer no paró y avanzó hasta la parada (donde me hallaba).
las puertas no estaban ni abiertas y la gente empujaba de todos los lados, se oyeron gritos y quejidos, la gente se apretaba hasta la extenuación. grupos que se partían y amigos se separaban en las puertas. por un momento pensé en no entrar, pero dentro de la multitud, a menos de un metro de la puerta, y a tirones me hicieron llegar al umbral de la puerta. con mi amigo y su novia delante de mi, me abrí paso y entré.
no cabía mucha más gente y seguían a empujones, codazos y golpes. finalmente entramos al fondo, guiados por la marea humana, dejando a la novia de mi amigo en un asiento (virtualmente, ya que estaba aprisionada entre 4 personas para un asiento de dos...). fuera un barullo de gente empujaba el autobús y lo golpeaba, ya que no pudo entrar.
el autobús se balanceaba, la gente chillaba, daba golpes en los cristales, se pegaban entre ellos, fumaban y se drogaban, y la mayoría de ellos no superaban los 16-17 años. fue brutal ver aquella situación. en el retrovisor solo se veía la mirada perdida del autobusero ante los golpes que la gente pegaba en los cristales, palma abierta, para llamar la atención de los conductores que pasaban por al lado llamandoles de todo y otras cosas.
por suerte, la mayoría bajaban en la primera parada, según conseguimos escuchar. nosotros hablabamos entre el barullo, con la voz rasgada por la afonia y el jaleo. hubo momentos de pseudopánico cuando la gente empezaba a largar golpes, tirarse cigarros y escupir, pero nosotros estábamos en otro mundo.
visto con la perspectiva de la edad y ante aquella insultante joventud, pensamos que esos cuatro o cinco años de diferencia entre nosotros y ellos, la vida había estropeado mucho a la gente. nosotros cierto que hemos hecho burradas, pero en un lugar apartado, sin el peligro de volcar un autobus lleno a petar de gente y mucho menos, drogados hasta las cejas y al borde del coma etílico (¿quién no se ha despertado una mañana con una señal en la puerta de su casa alguna vez?-->es una barbaridad también, pero de otra clase; no es que la comparta, pero lo del autobús fue devastador)
nos miramos y mi amigo me comentó que no volveria a coger el transporte público un día como ese (día similar a fin de año, donde la gente desfasa mucho, demasiado y además se da el caso que es gratis los conciertos y tal)
además fue al concierto (mi cena acabó demasiado tarde) y no pudo ni entrar, de las avalanchas y la gente que había (poco presupuesto para todo (seguridad, calidad, grupos, etc)+gratis=desastre, en un alto porcentaje)
al final llegó la calma, primera parada y se bajó la marabunda.
el viaje fue acercándose al final y como siempre me acerqué a la puerta delantera. el chofer me miró con una cara de descanso, por fín he acabado el viaje, decía su mirada perdida, le saludé como siempre y caminé por la noche estrellada, camino de casa.