Han pasado ya dos días, la habitación la he compartido con dos alemanes (uno hablaba con perfecta entonación castellano y era fan de Gasol, y ahora ha llegado un japonés con su inglés pluscuamperfecto (comparado con el mío de mi pueblo)). Pero volvamos al día de hoy:
R. por las mañanas curra, así que por la tarde hacemos un planning del día siguiente. El primer día me levante a las 8.30h (el desayuno solo era hasta las 9h ) y me pateé todo el centro. Un poco por las faraónicas obras del metro sevillano y otras por mi desorientación patológica, hizo que me perdiera con costumbre. Pero en mi ruta sinuosa llegué a topar con un mapa en una parada de taxis, en el suelo. ¡Perfecto! Ahora si que mi orgullo ya no me permitía ni preguntar (por muy perdido que estuviese), estaría feliz de ser autosuficiente. Desanduve mis pasos (erróneos obviamente) con el mapa y las indicaciones de R., seguí adelante: no sin dificultades.
Vi todo lo que me habían señalado: en un orden algo caótico pero que me permitió encontrar una fuente, de la cual hice el eje de mis idas y venidas por el centro.
La Catedral, La Giralda, El archivo de Indias, las diferentes Plazas e Iglesias (incluida la de Jesús del Gran Poder, mítica donde las haya) y a lo que se sumó lo que vi a primera hora como la Torre del Oro, la Maestranza(¡qué arte!) y el Teatro de la Maestranza.
De todo lo que vi me impresionaron Los Reales Alcázares de Sevilla.
R. me dijo que me olvidaría de todo allí dentro, que el caos de las obras, coches y ruidos desaparecería: genial.
Los dos palacios con sus estilos diferentes (según la época y el inquilino), toda su arquitectura de lujo, los detalles cuidados hasta el mínimo nivel y sobretodo los jardines. Fue como un oasis en un desierto, solo que a escala gigantesca y de un verde arrebatador. La noción del tiempo se pierde gustosamente (quizá anduve vagando 2h, no lo sé)
Por la tarde me aventuré en el Parque de María Luisa (dónde se realizó el la expo del 29), un pulmón botánico y ecológico qeu ocupa y llena más que todas las zonas verdes de mi pueblo juntas. Allí, me perdí otra vez (obviusly) hasta que vi un mapa y descubri que aqeullos angostos pasadicidso de hierba y arboles tenía nombres y señas.
Acabé en el pabellón del Museo Arqueológico y entré (era gratis, pero me apetecía). Una grata sorpresa los ventiladores... y tb lo que vi. Una sala de yacimientos prehistóricos y otra más actual (tartesos, romanos, musulmanes, griegos etc.)
¡Ah! me he dejado que en algun momento de estas vacaciones me he tomado el helado más bueno de pistacho que jamás había probado, es más: me tuve que dejar un poco muy a mi pesar (no podía más, pero estaba de vicio!!)