la sensación de una vela al llenarse por el viento y que te impulse hacia delante, es sencillamente relajante.
ahora mismo daría lo que fuese por perderme en un barco velero por alguna cala desierta y navegar a la deriva con el viento soplando la pequeña vela y dejarme llevar.
ahora mismo podría ser final de verano, un septiembre en que todavía calienta el sol pero sin quemar, unas vacaciones tardías, unas horas de completa desconexión, con una hamaca sobre cubierta, entre los dos mástiles.
ahora mismo tendría que ser el momento en que fue la primera vez que vi el mar, con toda su inmensidad, con ese horizonte que se fundía con las olas, esa mirada desorbitada por algo tan grandioso.
ahora mismo viviría una y otra vez los grandes momentos que he pasado con la gente que me quiere, me ha querido y me querrá en un futuro lejano, cuando mis nietos me pidan que les cuente las batallitas del abuelo.
ayer mismo fue cuando no había escapatoria y un asteroide se tomaba su meticulosa venganza y se dirigía inexorablemente hacía el mundo conocido, dispuesto a negar el futuro, mis nietos y mis jodidas vacaciones.
