4.- A LA SOMBRA
Manuel se despertó con un tremendo dolor en la espalda, la cárcel nunca fue un buen sitio para dormir. Barrotes negros, sin más luz que la del sol entrando por la ventana, iluminaban las cuatro paredes grises de su celda.
Una celda individual en la Modelo, sin más inquilinos, tampoco había mucho sitio. La celda al menos era segura, cerraban puertas a las nueve de la noche y podía estar tranquilo. El día que ahora empezaba era diferente. Mucho movimiento, demasiado y los guardias que no eran un punto a su favor.